Y no se nos dice que al final de nuestras vidas, debemos encajonarnos en féretros de madera, hoy anualmente cortando más de 100 millones de árboles, los que demoran 20,40 o más años en crecer, restándonos además 4 a 8 litros de oxigeno que cada uno nos da y esto, solo para inevitablemente servir de “Alimento a repulsivos gusanos” una vez lapidados o en cementados en nichos o cofres de cemento, o ¡Quemarnos como desperdicios contaminantes!, procedimiento solo reservado, se nos dice, a los pecadores para ser destruidos en fuego por impíos.2 pedro 3:7

  “Yo quiero enseñarles este misterio: Aunque no todo muramos, todos tendremos que ser transformados. Porque es necesario que nuestro ser mortal y corruptible, se revista de la vida que no sabe de muerte ni de corrupción. Y, cuando nuestro ser mortal revista la inmortalidad, y nuestro ser corruptible revista la existencia incorruptible, entonces se cumpliera la palabra de la escritura: La muerte ha sido destruida en esta victoria. Muerte, ¿Dónde está ahora tu triunfo, donde está, muerte tu aguijón? 1 Corintios 15: 51 al 55 Texto bíblico tomado de ediciones Paulinas “Verbo Divino” Sociedad Bíblica Católica Internacional, -Edición- EXXXIV

  Para vencer a la muerte (física), ¿qué nos comunican estos dos grandes Profetas con: “Ser transformados y revestidos de otra vida que no sabe de muerte ni corrupción” o plantados, sembrados, echando raíces en la tierra su tocón? Amigos: ¡Ser transformados, revestidos sembrados, plantados o echar raíces en la tierra significa que los seres humanos al final de nuestras vidas ¡debemos devolver a la tierra los elementos que nos prestó para ser y existir!, porque: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”. (Génesis 3:19)